La especialización en cualquier actividad deportiva lleva consigo potenciales desequilibrios o disfunciones musculares.
El exceso de trabajo, el cansancio, acciones cíclicas repetidas durante largo tiempo, el estrés de la competición, los requerimientos musculares tan elevados de la competición, harán que el sistema neuromuscular pierda capacidad para generar fuerza, se generen disfunciones musculares y no consigamos las adaptaciones o el rendimiento deportivo deseado de cara a la competición.

En el caso del ciclismo los requerimientos del sistema neuromuscular difieren bastante de las disciplinas de carrera a pie o la natación por ejemplo. En este caso es de todos conocido que el impacto en las articulaciones se reduce bastante respecto a la carrera a pie, pero no debemos olvidar que sigue siendo un trabajo de fuerza cíclico mantenido en muchos casos durante largas horas día tras día y esto conlleva un impacto articular muy elevado a lo largo de los días.